Formado en la Escuela de Artes de Almeria, se le asocia al Movimiento Indaliano fundado por Jesús de
Perceval, siendo siempre el miembro más independiente. En 1948 participa en el VI Salón de los Once de
la Academia Breve de la Crítica de Arte, y apoyado por Eugenio D’Ors vuelve a hacerlo en la IV, V y VI
Exposición Antológica de dicha Academia, concurriendo en la última de ellas con Antoni Tapies, considerado uno de los más destacados artistas españoles del siglo XX.

En 1950 marcha a Roma, y posteriormente reside en Venezuela hasta su regreso a Almeria en 1965. Su
estilo evoluciona hacia la neofiguración, una vuelta a la pintura figurativa frente a la abstracción, pero de carácter expresionista, donde la sensación domina la forma.

Capuleto pinta lo que quiere, se deja llevar y expresa sus sentimientos sin pensar en lo que el público
demanda. En la obra de la Colección de Arte Cajamar el artista captura de una forma magistral el
desamparo de un anciano demente, la soledad en ese momento de la vida.